Linda Guilala

DE SU SALÓN AL MUNDO

Comenzaron como un “grupo de mesa camilla” y han acabado inmersos en una escena global que no entiende de fronteras. Linda Guilala, sin ningún vigués de nacimiento en sus filas pero enraizados por voluntad en la urbe, encarnan a la perfección la era de la mundialización y de las audiencias segmentadas. Su música –noise, shoegaze dream pop sin concesiones al festivaleo triunfante- no tiene demasiado público en España, así que por qué darse de cabezazos. “Hemos optado por pertenecer a una escena global en vez de empeñarnos en gustarle a la mayoría de la gente aquí. Somos así y si le gustamos a dos tíos en Texas pues ya está, hemos triunfado”, comenta el leonés Iván González, batería y letrista de la banda.

La mención al estado texano suenan a ejemplo aleatorio, pero quizás no lo sea. Acaban de lanzar el sencillo ‘Será más fácil’ con el sello estadounidense Test Pattern Records, cerrando así una trilogía de singles publicados a lo largo de este 2019 en el extranjero, primero en Reino Unido (‘Estado natural’, con Sonic Cathedral) y luego en Alemania (‘Agosto’, con Dreams Never End). En España distribuirá unas cuantas copias su discográfica de aquí, Elefant Records, en cuanto la aduana lo permita: parece que la guerra comercial de Donald Trump contra el mundo ha tenido sus efectos secundarios.

Iván habla torrencial de todo lo relacionado con la música. A su lado, su pareja, la ourensana Eva M. López -teclista y cantante- permanece en silencio la mayor parte del tiempo, poco amiga de los asuntos promocionales. “Muchas veces pienso que no tendría que estar yo haciendo las entrevistas, tendría que estar ella, que es la que más peso lleva. Curra mucho”, comenta el batería. Ambos fundaron Linda Guilala hace más de una década y conforman el núcleo duro -concepto que luego matizarán- del grupo, del que siempre ha participado una tercera pata. Desde hace unos tres años es la pontevedresa Mari Vázquez, que toca la guitarra en la que ya es la formación más estable del combo. Por razones académicas no pudo asistir a la charla ni a la sesión de fotos.

«Cada vez me es más difícil escribir letras, me tengo que despelotar más y no me apetece»

El trío cierra un año muy intenso, en el que la publicación de sus sencillos internacionales les ha permitido girar por Alemania y Reino Unido. En el horizonte se les abren posibilidades en Japón, por ejemplo, país en el ya tienen un grupo de seguidores y donde ya han aparecido en algunos medios. Debutar allí sería como cerrar un círculo: el nombre del grupo viene de su fascinación por el cine japonés de ciencia ficción. “Antes, de cada tres conciertos en España hacíamos uno fuera, ahora es al revés”, exponen sobre su progresiva internacionalización. “¿Por qué forzar las cosas? ¿Qué sentido tiene tocar todos los años en Vigo si no hay demanda (…) Es más interesante abrir nuevas puertas fuera que estar haciendo una y otra vez lo mismo. España es un país muy pequeño”.

La banda en los Conciertos de Radio 3 en su formación más duradera, con Mari a la guitarra. | Cedida

Linda Guilala graban siempre en su propio estudio, en las inmediaciones del Barrio do Cura, y se reconocen deudores orgullosos del espíritu autosuficiente del punk. “Queremos hacerlo todo nosotros y eso supone estar aprendiendo cosas constantemente. A lo mejor nos compramos un equipo nuevo y tenemos que aprender a manejarlo porque no tenemos ni idea. Hace que todo sea más lento y más loco, pero a la vez más enriquecedor”, cuenta el batería. Eva, que ejerce de productora y mezcla (también para otras bandas como Axolotes Mexicanos), apunta que están trabajando en el sonido de cada canción, para que cada una tenga su personalidad. “Que no quede lo típico, que lo grabas en una semana y todos los temas suenan más o menos igual”.

Le costó a Linda Guilala ser asociados a la escena viguesa, aún ahora ocurre que hay quién los sitúa en otras latitudes –como cierto redactor de cierta sección musical–, pero en verdad Vigo es fundamental en la historia del grupo. Allá por 2006, después de dejar Juniper Moon, banda ponferradina de punk que también tuvo repercusión fuera de España, Eva e Iván se mudaron a Santiago, donde ella estudiaba. Poco después se vendrían al sur, precisamente por la efervescencia musical de la ciudad. “Nos parecía un sitio guay para tener un grupo; como en estas historias de fulanito que se fue a Los Ángeles para montar una banda, nosotros nos vinimos aquí. Había una infraestructura, había salas de conciertos, había locales de ensayo y una cosa muy importante: había músicos”, cuenta el leonés, que alude al “drama” de que se vaya un integrante en un combo de una capital de provincia. “Quieres montar un proyecto de electrónica y hay un solo batería que encaja, se va; después viene un heavy y te jode el grupo”, bromea. Aquí, ya se sabe, das una patada a una piedra y aparece un tipo tocando un instrumento.

Al principio, cansados del ritmo que imponen los escenarios, empezaron a componer canciones en el salón de su casa sin más afán que experimentar y probar cosas nuevas. “Éramos el típico grupo de mesa camilla”, resume Iván. Ocurrió que los temas, en los que llegó a colaborar un bajista argentino a través de internet, empezaron a circular en la escena indie. “De repente habíamos hecho un disco [Bucles Infinitos, 2009], había que salir a tocarlo en directo y no sabíamos cómo hacerlo”. Iban los dos solos, Eva con el teclado y él con la guitarra, y muchos sonidos pregrabados. Iván recuerda aquellos tiempos como los más difíciles de su carrera: “No me gustaba, era consciente de que no estaba guay; así que nos planteamos las cosas de otra manera”. Él volvió a la batería, su instrumento natural, y entró una bajista que no llegó a grabar.

Luego llegó Bruno Mosquera, exguitarrista de Blows, a quien le reconocen una aportación importante. “Es innegable que ayudó a evolucionar al grupo a nivel de sonido y de cómo construir las canciones. Empezamos a trabajar pensando en el directo”. Con él grabaron el EP Xeristar y el LP Psiconáutica, trabajos marcados por las capas de distorsiones, pero después surgieron discrepancias sobre la forma de llevar el proyecto y abandonó la banda. Durante un tiempo Óscar Vilariño (Triángulo de Amor Bizarro, Musel) giró con ellos, pero Linda Guilala había adquirido una dimensión que exigía un miembro estable con disponibilidad para giras de varias semanas. Y ahí apareció Mari Vázquez. “Se acopló muy bien y el grupo ha vuelto a evolucionar. Con Bruno era más ruidoso y ahora más dream pop”, comenta Iván. “El núcleo duro somos nosotros, pero nunca hemos querido que fuese así, siempre hemos querido que si había alguien trabajando que aportase. No nos va el rollo mercenario, ‘toma el dinero y toca esto’. No creemos en eso, creemos en el concepto romántico de grupo”.

Linda Guilala tienda de discos

Así que ahora las mujeres son mayoría en Linda Guilala, algo que a punto de entrar en la tercera década del siglo XXI sigue llamando la atención. Le preguntamos a Eva, con una trayectoria de unos 15 años encima de las tablas, cómo ha visto evolucionar la presencia femenina en la música. En este tema se explaya más, incluso interrumpe a su compañero cuando este se mete en la conversación. “No veo más mujeres ahora. Pero ya no es tanto las que tocamos o cantamos, sino lo hay detrás: técnicos de sonido, de escenario, de montaje. Creo que en todos nuestros conciertos en España solo una vez nos hizo el sonido una chica”. Alude también al machismo de que los técnicos, cuando hay dudas sobre el sonido, se dirijan siempre a Iván. “Te tratan como si no entendieras de qué va el rollo. Es muy raro”, se queja Eva. Su compañero agrava el tono para hablar de las situaciones “lamentables” que han vivido, como cuando los grupos que quieren que les produzcan se dirigen a él, pese a que han dejado de firmar esos trabajos como Linda Guilala para hacerlo como Eva M. “No, mira, la que sabe es ella. Si quieres que suene parecido a nosotros tienes que hablar con ella”. Eso sí que parecen bucles infinitos o una espirales que asustan.

En cuatro notas


Como quien se va a Los Ángeles a montar un grupo, una ourensana y un leonés se mudaron a Vigo para impulsar su proyecto de ‘noise pop’ hace cerca de una década. A Linda Guilala, ironías, les ha costado ser identificados como miembros de la escena local, pero a cambio, desde su base de operaciones aquí, se han hecho un nombre en la escena global de ‘shoegaze’. “Antes, de cada tres conciertos en España hacíamos uno fuera, ahora es al revés”.