ROCK SIN TECHO NI BARRERAS
Desde la humildad que da la experiencia de años cargando amplis, pero con franqueza. Los vigueses Stoned at Pompeii conciben su proyecto de rock contundente, elaborado y cantando en inglés para jugar en ligas internacionales. Por voluntad no parece que vaya a quedar. “No queremos ponernos techo, queremos que sea lo más grande posible. No desde un rollo sobrado ni grandilocuente. ¿Qué persona que coge una guitarra y se dedica a esto no quiere llegar lo más lejos posible?”, razona Adolfo FH, cantante y guitarra solista.
La crisis económica funcionó en el mundo de la música pop -en sentido amplio- como en el resto de la estructura social del Estado español: como una lengua de lava que dejó a la intemperie a las clases bajas y medias. En la industria musical, además, el colapso convergió con el fin de un paradigma basado en las ventas masivas de discos y en las generosas contrataciones veraniegas de los ayuntamientos. Así que tiene cierta ironía que un grupo que en este contexto de posguerra está presentando su primer disco y homenajea en su nombre a la ciudad arrasada por la erupción del Vesubio diga que no quiere ponerse techo: ya no hay cubierta que tape sus cabezas. Pero Adolfo y Antón F. Piru, bajista, estaban hablando directo y sin segundas lecturas cuando dieron esta entrevista.
Estaban, de hecho, a unas horas de irse a Francia a presentar Ancroidal, disco editado por la multinacional Warner Music a finales de 2017 y venían de estrenar en los Multicines Norte el videoclip de su segundo single, ‘The slave in me’. “Al final las piedras en el camino ya te las van a poner, que no seamos nosotros los que nos ponemos la barrera”, ahonda Antón. Lo dice uno que, como sus compañeros, está curtido en los sinsabores del verdadero músico profesional en la raquítica escena de estos pagos. Por eso la intención de Stoned at Pompeii siempre fue mirar más allá no ya del Padornelo, sino de los Pirineos. “Partimos de la base de cuidar a la gente de aquí y estamos orgullosos de ser de aquí. Pero sí que por la música que hacemos y al conocer cómo está el panorama en España, nuestras miras son cada vez internacionalizarnos más”.
Un paralelismo más con los castigados por la crisis a nivel general: vender fuera, sean mercancías, servicios o la propia fuerza laboral, como salida del atolladero. Ya han detectado que buena parte de las interacciones que les llegan por redes sociales y Youtube provienen del extranjero, y cuando tocan en España algunos de los que van a verlos se sorprenden cuando los oyen hablar en castellano.
Dover, a otra escala Killer Barbies o Sex Museum-Los Corizonas… pocas bandas españolas de rock que canten en inglés han logrado cimentarse una carrera de éxito, así que la apuesta global de Stoned at Pompeii, además de ambiciosa, parece inteligente. Pero además, en su trayectoria dos hitos indican que pueden obtener éxito fuera. En 2013, cuando sacaron su primer single, ‘Heels are made to be broken’ (incluida luego en Ancroidal), la canción llegó al número tres de My Space en Reino Unido (sí, parece Prehistoria, pero solo hace cinco años funcionaba My Space), aupada por grandes bandas que admiran, como Foo Fighters o Muse, que la compartieron en sus perfiles. Eso les valió una gira de más de una semana por tierras inglesas. “Teníamos cuatro o cinco temas, algunos inacabados. Hacíamos jams y alguna versión, pero la acogida fue muy buena. Nos dio muchas más ganas”. De aquella, Stoned at Pompeii era un proyecto en ciernes, al que sus integrantes no se podían entregar al completo.
El segundo empujón foráneo llegó el año pasado, cuando estaban ultimando los detalles del disco que habían grabado y autoproducido por su cuenta, financiados a través de un crowdfounding. En esas estaban cuando el concurso mundial Hard Rock Rising, que organiza la célebre cadena hostelera, los seleccionó como único grupo español finalista sin que si quiera tuvieran que hacer campaña para pedir los votos de los internautas. En esa ‘batalla de bandas’ recibieron las críticas entusiastas de miembros de la industria, de grupos consolidados como Söber y de la prensa especializada. Ahí, se puede decir, comenzó su momento dulce: luego vino el fichaje por Warner, el llenazo en la presentación del disco en Vigo, la buena respuesta en sus conciertos, que la gente siguiese coreando durante los segundos que se fue la luz en un bolo, la contratación para el icónico Resurrection Fest -en el que tocaron en la última edición-, la gira por Francia. Así que, volviendo al inicio, toma la palabra Adolfo: “Esto en un año es la hostia. ¿Cuál es el techo? No sé, nosotros queremos seguir, a ver a dónde nos lleva”.
Pero, ¿qué es lo que llama la atención de Stoned at Pompeii? Lo primero ya se apuntó arriba, que no parecen de aquí. Sus referencias compositivas son puramente anglosajonas y, además, rehúyen encasillarse: ponen como inspiración una sucesión de clásicos de lo más ecléctico, desde The Beatles hasta Metallica, pasando por Led Zeppelin, The Who o Nine Inch Nails. Como hay que afinar un poco más, diremos que su sonido, aunque actual, bebe del rock alternativo de los 90 en los temas más crudos, aunque hay un gusto por los desarrollos instrumentales muy del rock progresivo de los 70 y tampoco rehúsan las instrumentaciones orquestales. Hay, en definitiva, un trabajo muy minucioso de creación y producción de cada tema, desde la primera idea con unos acordes y una melodía de voz hasta que todas “las piezas del puzle” acaban por encajar, sin que ninguna sobre, en palabras de Antón. No en vano se pasaron dos años moldeando las canciones. “Utilizamos el estudio como un instrumento más”, comenta Adolfo, que destaca el contraste entre trabajar con calma en sus propias instalaciones y grabar en otras de alquiler, por muy buenas que sean: “Al final el cantante tiene un día para grabar los coros, y te vas para para casa pensando, ‘joder, no me gusta esta toma’”. Tampoco quieren dejar de agradecer la ayuda de productores de la zona, como Pancho Suárez de Planta Sónica, Juan de Dios o Suso Ramallo, que en determinados momentos del proceso no solo les prestaron material sino también “oídos frescos” para pulir el resultado.
Y claro, las piezas también acaban encajando porque los que las tornean conocen a fondo el oficio. Los cuatro son músicos más que contrastados, darían la talla en las bandas internacionales de su perfil. Por si quedan dudas en esta época en la que los sistemas de grabación digitales hacen casi magia, no hay más que pasarse por uno de los directos de Stoned at Pompeii. Como el que dieron en junio en la sala MasterClub de Vigo a su vuelta de la gira de presentación por Francia. Fueron una precisa apisonadora de rock, con algunos momentos para el lucimiento instrumental que no se permiten en el disco.
Adolfo: Para que empaste todo muchas veces tienes que quitar. La nota que no tocas es más importante que la que estás tocando. Si escuchas los primeros discos que hacíamos con 17, 18 años… Mi primer productor me decía: “Quita notas”, y yo no lo entendía: “¿Cómo voy a quitar notas, si soy capaz de tocarlas?” (risas).
Antón: Hay una madurez musical que hace unos años no podríamos tener.
Una madurez que se plasma también en la capacidad para desdoblarse en casi otra banda: además de su visceral y sudorosa presentación en eléctrico, ofrecen conciertos íntegramente en acústico. Cambian la instrumentación y se llevan las canciones a otros estilos. “Jazz, bossa nova, country, blues, lo que se nos pase por la cabeza”, explica Antón. Una vía que los ha llevado a conectar con otros públicos que, de entrada, ven su vena rockera demasiado cañera.
A Stoned at Pompeii le encanta hablar de música, pero saben que, hoy en día, sacar adelante un proyecto como el suyo implica mucho más que componer, ensayar, grabar y producir. (Como si fuera poco).
Adolfo: Si quieres llegar a algún lado tienes que trabajar todo el tema extramusical. La industria está cambiando de basculación, se está tambaleando. El músico tiene que tomar ahora las riendas de todo: booking, management, pensar en el marketing, redes sociales… lleva muchísimo tiempo. Se puede salir pero tienes que dedicarle el 100%.
Confiesan que no tienen ninguna fórmula mágica, pero tienen clara la vía. Le dedican “ocho, 12, 15 horas al día” a que el engranaje funcione, a pensar la próxima acción, la siguiente forma de promocionarse. “La clave -explica Antón- está en la dinámica que hemos pillado estos meses: trabajo diario de los cuatro miembros, no solo en tocar. Cada vez es más efectivo porque aprendes a hacer las cosas mejor. Si solo tira uno se acaba cansando, ese trabajo en equipo es fundamental”.
Están convencidos de que pese a la letanía del “rock is dead”, hay un público amplio para su propuesta. De otra forma, esgrimen, no se entiende que bandas como Metallica, Muse, Pearl Jam o Nine Inch Nails cuelguen el cartel de no hay billetes allá por donde pasan. Saben, lo llevan en sus espaldas, que el mundo de la música puede ser una montaña rusa. Pero creen estar preparados. Por falta de ambición tampoco será: “Si quieres tener una carrera larga en esto de la música lo importante es que tengas un historial de discos que hablen por sí solos. Nos gustaría decir dentro de 15 años: ‘Mira, esta es la discografía de Stoned at Pompeii’”, reflexiona Adolfo, y Antón sentencia: “Queremos hacer música que sea atemporal, que no esté sujeta ni a estilo ni a etiquetas, que tenga su propia personalidad”. En ello están.
La música de Vigo, en seis preguntas
Tu grupo/artista de Vigo favorito:
Adolfo FH: Voltaica.
Antón F. Piru: No me podría quedar con un solo uno, pero hoy diré Cró!
Paul Rodga: En su época me gustaron mucho Pacífico o The Blows.
Cristian García: Moon Cresta.
Un sitio para tocar en Vigo:
Adolfo FH: Balaídos.
Antón F. Piru: Castrelos.
Paul Rodga: Sala MasterClub, en cuanto a sonido, espectáculo y equipo técnico.
Cristian García: Balaídos.
El mejor concierto de Castrelos:
Adolfo FH: Metallica.
Antón F. Piru: Metallica.
Paul Rodga: No hay mucho donde elegir, Metallica o Deep Purple.
Cristian García: Deep Purple.
Un grupo/artista de Vigo al que reivindicar
Adolfo FH: Noelia Álvarez, una de las mejores voces femeninas que podrás escuchar en Galicia.
Antón F. Piru: David «Mr D.» Vázquez (Moon Cresta) Además de tener la suerte de compartir música con él, de pocos músicos he aprendido tanto. Un músico excepcional con una generosidad y humildad fuera de lo común, que aporta muchísimo a la música de esta ciudad, tanto como compositor como en su faceta docente.
Paul Rodga: Diego Pacheco o Paco Dicenta, son unos fieras de su instrumento, de venir de otro sitio seguramente fuesen mucho más reconocidos.
Cristian García: Serafín Carballo, grandísimo guitarrista.
The next big thing de la escena viguesa
Adolfo FH: Stoned at Pompeii featuring Abel Caballero (risas).
Antón F. Piru: ¿Stoned at Pompeii en Castrelos?
Paul Rodga: Sin duda Stoned at Pompeii (risas).
Cristian García: A Roda en Balaídos (risas).
¿Qué opináis de la escena musical en Vigo?
Antón: Creo que hay un nivel en Galicia tremendo, con Vigo de epicentro. Se tiende mucho a alabar la Movida de los 80 pero en lo musical me parece un atraso. Sí que tiene su importancia trasgresora en la estética, en las letras; se salía de una época de represión y sí que tiene su función. Pero si ves los músicos de los 70 y 60 de Vigo son espectaculares y creo que hoy en día seguimos esa estela. Hay más calidad musical que nunca. Lo que faltan son escaparates.
Quién es quién
Adolfo FH, voz y guitarra
Milita en varios proyectos, como MITIC El Espectáculo o Aretha Franklin Tribute Band, además de colaborar con una extensa lista de grupos y artistas tanto en directo como en estudio y de realizar conciertos en solitario.
Empezó a tocar la guitarra con 10 años, inspirado por grupos clásicos como Rolling Stones o Deep Purple, tras lo que conoció los sonidos más duros de Iron Maiden o Metallica.
A los 15 años se subió por primera vez a un escenario con su primera banda, “Purgatory”, que pasaría a llamarse “REOS”, con la que grabaron dos discos, telonearon a bandas como Obús y participaron en diferentes festivales.
Antón F. Piru, bajista
En su pre-adolescencia comienza a interesarse por el bajo eléctrico inspirado por bajistas como Jaco Pastorius, Steve Harris, Cliff Burton o Flea (RHCP) y la música de los clásicos del rock, el funk, el heavy metal y el rock progresivo.
A los 14 años se sube por primera vez a un escenario y empieza a montar sus primeras bandas, grabando su primer trabajo discográfico de rock progresivo antes de alcanzar la mayoría de edad, en los desaparecidos estudios Mix-Plus con una de sus bandas adolescentes, Warnjan.
Antiguas bandas propias en la que ha militado: Superscoon, Arkham, Extramonio, Warnjan, Height Shock, Zetan). Además de en Stoned at Pompeii, sigue en activo con Moon Cresta y ha sido bajista de estudio y de directo de innumerables artistas.
Paul Rodga, guitarra
Comenzó con «The Clouds». Siempre involucrado en la escena musical viguesa, llevó uno de los primeros blogs de conciertos de Vigo allá por 2007, y colaboró con bastantes grupos.
Doctorado en Acústica, consigue el equilibrio entre la ingeniería y su faceta de músico participando en numerosas formaciones musicales en Inglaterra y Francia.
Además de la guitarra, este multi-instrumentista toca también otros instrumentos que van desde el piano hasta el saxofón o el clarinete y actualmente es colaborador de la revista Cutaway Guitar Magacine como redactor en audio y acústica.
Cristian García, batería
Nacido en 1988, comenzó a estudiar a los ocho 8 años en distintas escuelas y bandas de música clásica. Tiempo después ingresó en el Conservatorio Profesional de Vigo, donde cursó varios años en la disciplina de percusión.
En su carrera participó en multitud de proyectos, como el Pablo Estellés Quartet. En la actualidad, sigue en activo en A Roda o en Sanamá Bloco de Samba.
No se acaba aquí esta lista, se podría ampliar con un extenso abanico de formaciones y proyectos. Respecto a las colaboraciones, ha compartido escenario con artistas de renombre en la escena musical gallega.