MÁS CANCIONES Y MENOS SELFIS
Habla Josete Díaz Villanueva de la vida y de la música, es decir, de sí mismo, con tono profundo y cadencia distendida. Transcrito, su discurso, en persona tan sosegado, está atravesado de turbulencias y de obsesiones, de visceralidad. “Me gusta hacer canciones, me gusta hacer más canciones que selfis, que es uno de los problemas que hay ahora en este mundo. Yo lo que quiero es escribir temas. Cuantos más mejor”. Acaba de publicar uno de ellos, ‘Horizontal’, primer adelanto de su tercer disco con su proyecto en solitario, Villanueva, la que considera su cara artística definitiva tras su paso por grupos de la escena viguesa como Gardening y Martynez.
El cantante y compositor nos recibe en su casa de Bembrive para explicarnos sus planes: sacará el álbum nuevo en septiembre, en mayo habrá otro single de aperitivo y, hasta que llegue la gira de presentación con toda la banda, a la vuelta del verano, irá salpicando su agenda de conciertos en acústico. Había avisado a su agencia de management de que solo habría nuevos temas -su referencia anterior es de 2017- cuando tuviese “algo que decir”. Lo tiene, y no solo en sus canciones.
En otra canción, ‘Gala’, se refiere a ese rincón que “todo el mundo tiene y en el que se siente mejor”, sea un lugar físico o una persona. “Trata mucho también de un espacio en nuestra mente que todos tenemos para imaginarnos lo que no somos, o lo que nos gustaría ser. Habla de secretos turbios, de deseos. No deja de ser hedonista, metes la mente en un punto… gustoso”.
Compositor de vocación literaria, Villanueva suele citar a la Beat Generation como referente intelectual. Ahora, desvela, anda obsesionado con un libro de relatos de Julio Cortázar. Cita el cuento ‘La isla a mediodía’: “la madre que lo parió, el tío es turbio”. Sin destripar nada, diremos que, de algún modo, el protagonista también busca de forma obsesiva su rincón propio, así que se entiende que Josete haya conectado con la historia en este momento vital. También tiene sobre la mesa del salón el poemario póstumo de Leonard Cohen. “Me está gustando mucho. El otro día hablaba con Eladio [Santos], que es muy fan de Bob Dylan. ‘No me jodas que le dan el Nobel a él y no a Cohen’. Empezamos a debatir… Podía dar para un viaje Vigo-Madrid”.
El disco, aún por posproducir, lo ha grabado en Murcia, que se ha convertido en una especie de segunda casa, con el productor Raúl de Luna. Es su primera colaboración, después de que a los mandos de sus dos primeros discos estuviese Ángel Luján: “Los cambios siempre son buenos y a estas canciones también les venía bien”. También ha cambiado de discográfica, saldrá con Son Buenos, un pequeño sello de esa región. En la grabación ha participado «una torre de Babel» de músicos de toda España, como el madrileño Ángel Herraz (Rubén Pozo), el barcelonés Eduardo Martínez (Sidonie) o el murciano Sean Frutos, cantante de Second. “No sé cuántos discos voy a tener, pero supongo que no muchos. Nadie tiene los discos que desea. Como serán pocos, me gustaría que cada uno fuese una experiencia brutal. Por eso me gusta grabar fuera”.
En el salón de su casa. Arriba, a la izquierda, el premio Maketón Estrella Galicia 2014 al mejor disco de año. La del medio no es la calavera de Damien Hirst, es una de los chinos que puso en un furancho que montó por San Blas. | Alba Villar
Este músico vigués de largo recorrido -antes de lanzarse en solitario estuvo en Gardening y en Martynez– creció en un ecosistema musical distinto al de estos días, y no acaba de estar del todo cómodo con la inmediatez que gobierna el mundo de hoy. Además de la alusión al problema de la gente “que hace más selfis que canciones”, tampoco le gusta la idea de que un artista tenga que estar generando “contenido” continuamente para no quedar sepultado por la avalancha de información. “’Hay que generar contenido, hay que generar contenido’, dicen. Y es una mierda. A mí me gusta hablar de canciones”. Puede que esta última sea la palabra más repetida durante la entrevista. Parece una obviedad, pero no es tan habitual como se podría pensar.
Villanueva es, sin matices, un hombre entregado a su proyecto. “Hay dos tipos de músicos en Vigo, los que lo dejan todo y los que no, que es muy lícito que no se quiera arriesgar”. Él, como su amigo Tarci Ávila, que antes de montar Presumido era su guitarrista, está en el primer grupo. De hecho, ya en la treintena, abandonó su anterior trabajo para dedicarse al incierto mundo de la música, una decisión que causó “un cisma” en su entorno. “Si tengo que pinchar en una boda cuando no me da [para llegar a fin de mes], pincho en una boda, ¿qué pasa?”. Echa mano de otra frase de su amigo y primer productor como si fuese el primer mandamiento de una religión: la obra ha de estar por encima de la persona, “eso es un artista”, lo demás son “populismos y popularidades”. “No me digas ‘soy el más independiente del mundo, tengo un trabajo de puta madre en un consejo de administración y luego toco la guitarrita’. Yo voy a morir con esto”.
La música de Vigo, en seis preguntas
Tu grupo/artista de Vigo favorito:
Villanueva: No me mojo, muchos son amigos míos y no sería justo.
Un sitio para tocar en Vigo:
Villanueva: Pues el que mejor pague a los músicos y donde más respeto con el silencio se guarde para escuchar las canciones.
El mejor concierto de Castrelos:
Villanueva: Martynez sin lugar a dudas, je, je, je.
Un grupo/artista de Vigo al que reivindicar
Villanueva: La música es más justa de lo que parece, todos estamos en el lugar que merecemos.
The next big thing de la escena viguesa
Villanueva: Me interesa más el caldo de cultivo que un next big thing.
¿Qué opináis de la escena musical en Vigo?
Villanueva: Hay muchos grupos, y muy buenos. También hay grandes músicos, escena como tal en estos tiempos que vivimos no hay, la hubo, pero hoy en día tenemos que ser humildes y abrir los ojos.