Maryland

EL TIEMPO ENTRE DISTORSIONES Y MELODÍAS

A veces parece que el tiempo no ha pasado por Maryland. Ni por su pasión noventera por la mezcla de melodía y distorsión, ni por su inspiración compositiva, ni por los flequillos de los hermanos Rubén y Pablo Castelo Moure. Un trampantojo. A punto de cumplir una década, el transcurso de los años ha ido moldeando la vida de esta banda de power-pop, con sus ilusiones y sus cicatrices. Acaban de lanzar el vídeo de ‘Ave Fénix’, la canción que abre Resplandor y que narra la resurrección del grupo después de su anterior y agotadora gira, que se cerró con la salida de dos de sus miembros. Eligen para la sesión de fotos el estudio vigués Planta Sónica, puro simbolismo: allí grabaron sus dos primeros discos, allí volvieron para registrar el último, a punto de cumplir un año desde su publicación.

“Se trata de hacer lo que te gusta y no lo que demanda el mercado”, explica Pablo, el bajista, en una frase que resume una trayectoria de coherencia. Lo que les gusta cuenta con su público -creciente desde que cantan en castellano-, pero tiene difícil encaje en las (pocas) escenas que funcionan a nivel masivo en España. ¿Qué sería de Maryland si hubiesen nacido, por ejemplo, en el estado estadounidense que les da nombre? Quién sabe. Por lo pronto, que no existiría esta entrevista.

Maryland, detrás de la mesa de mezclas de Planta Sónica, donde grabaron la mayor parte de su discografía // Alba Villar | Alba Villar
Maryland, detrás de la mesa de mezclas de Planta Sónica, donde grabaron la mayor parte de su discografía // Alba Villar | Alba Villar

Entre risas, Pablo también lanza una hipótesis imposible de comprobar para argumentar su insistencia en seguir la misma línea: “Si hubiésemos hecho un disco de trap hace dos años lo estaríamos petando, pero no sabíamos que el trap iba a estar de moda. Es imposible saber lo que deparará el futuro, como decía Doc”. Unos traperos con gafas de pasta y ‘Regreso al futuro’ como referente, pinta exótico.

En toda esa puesta en escena hay un alto grado de improvisación. “Si te limitas a recrear una y otra vez las canciones que has compuesto es la hostia de aburrido”, comenta, y reconoce luchar contra el “síndrome de la mano inquieta”, la tendencia a añadir y retirar elementos, contraria a la repetición que lleve al trance tan propia del techno. Ya cada tema tiene dos o tres estructuras posibles, a partir de ahí las variaciones son todas las que se pueda imaginar. De hecho, durante unos meses todo el set era improvisado: se tapaba los ojos, cogía una parte de una de sus canciones en el sintetizador, otra en el sampler y otra en la caja de ritmos y a partir de ahí montaba algo nuevo. “Esto a veces daba en cosas brillantes, porque pasaba algo genial, pero había momentos que llevaba cinco minutos en que no sabía qué estaba haciendo”.

Un método extremo pero que encaja con su idea de que la música electrónica es como un rompecabezas o un videojuego -otra de sus pasiones- “que se puede resolver de infinitas maneras”. “En tu cabeza puedes tener algo, más claro o más difuso, pero tienes un instinto que te dice a dónde quieres llevar lo que estás haciendo. Pero no hay una manera correcta de llegar ahí. Giras nodes y ajustas parámetros hasta que dices: “¡Ahora (acentúa la palabra con un aplauso) encaja todo a la perfección!”

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Pálida en acción | Facundo Pardo

En sus bolos también se refleja lo vivido por Maryland en los últimos años. Resplandor lo grabaron como trío -Rubén, Pablo y Álex-, tras la marcha de Arturo Gutiérrez (voces y guitarras) e Iván Patiño (teclados). “Después de años de estar cinco pensamos que a lo mejor con tres quedaba un poco floja la banda. Fue cuando pensamos en él”, explica Rubén. Él es Erick Puccioni Gerke, guitarrista. “Como nos dejó pedales en la grabación estábamos un poco en deuda”, bromea el cantante. Su compañero, como durante el resto de la entrevista, permanece impasible. El caso es que, aunque parezca paradójico porque el disco que presentan es menos guitarrero, sus directos suenan más contundentes que nunca. “Sí que nos lo han dicho. Igual influye el no llevar teclados, que tienes que dejarle su espacio. También puede que influya que antes no llevábamos técnico”. No sabes lo importante que es un buen técnico de sonido hasta que tienes uno.

Algo que aprendieron de aquellos dos años de gira de Los Años Muertos es a seleccionar mejor las fechas. “Íbamos a todo. Hemos decidido no quemarnos tanto en la carretera”, apunta Pablo. En octubre estuvieron abriendo en tres de las fechas españolas -Granada, Córdoba y Azpeitia- para The Posies, uno de sus referentes. Tenían el contacto con el guitarrista Ken Stringfellow desde que intentaron que les produjese el Get cold feet, así que le mandaron un correo electrónico y “de un día para otro” estaba cerrado. La experiencia fue buena tanto a nivel personal –“son unos tíos muy majos, se portaron muy bien con nosotros”- como profesional, ya que les permitió tocar en ciudades en las que no habían estado. Ya habían tocado con Nada Surf, otra de sus bandas de cabecera, así que van “tachando de la lista”.

Faro: Ahora os falta Ash.

Rubén: Ese está complicado, primero tienen que venir a España.

Pablo: Falta Bisbal.

Rubén: Y mil grupos más que nos gustan.

La nueva formación de Maryland. Desde la izquierda: Erick, Rubén, Pablo y Alex | Alba Villar
La nueva formación de Maryland. Desde la izquierda: Erick, Rubén, Pablo y Alex | Alba Villar

Sobre la cuestión del machismo en la música, Maryland abogan por no quedarse en lo obvio -si hay más o menos mujeres tocando- y poner el foco detrás del escenario. “Promotores, mánagers, backliners… puedo contar con los dedos de la mano cuántas son mujeres. Ahí está la clave”, esgrime Rubén, partidario de que esa presencia aumente. “Cuando ves a una chica trabajar en la industria musical, el 90% de las veces será de promoción o de prensa”, añade su hermano. Lo que rechazan son las cuotas y que se llenen los carteles de nombres femeninos “solo por limpiar el nombre de un festival”. “Al final se resume en la valía”, concluye Pablo, que pone el ejemplo de la batería de Rufus T. Firefly, Julia Martín-Maestro.

Rubén: O la bajista (Sara Oliveira), ¡cómo toca! Echaba a mi hermano ahora mismo.

La música de Vigo, en seis preguntas

Tu grupo/artista de Vigo favorito:

Maryland: Santi Araújo, admiración profunda.

Un sitio para tocar en Vigo:

Maryland: Cualquier sala de Vigo, queremos a todas.

El mejor concierto de Castrelos:

Maryland: El de Oasis, por nostalgia.

Un grupo/artista de Vigo al que reivindicar

Pablo: Aphonnic, Villanueva, Presumido, Helen & Shanna.

Rubén: Tony Lomba, hace que esta ciudad “brille” cuando llega la Navidad… más que nuestro alcalde.

The next big thing de la escena viguesa

Maryland: Ojo a Rayotaser, Bänlik o Voltaica… Van a dar que hablar.

¿Qué opináis de la escena musical en Vigo?

Maryland: Existen muchos grupos y de estilos diferentes y eso siempre es bueno, solo hace falta que exista más apoyo a las bandas desde todos los ámbitos para que nazca esa “escena” de la que hablas. Hay muchos grupos que se quedan en el camino y es una pena… Adoramos esta ciudad y creemos firmemente en el talento que tienen los grupos de Vigo.

Quién es quién

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En cuatro notas


Con ‘Resplandor’ a punto de cumplir un año, Maryland acaba de lanzar el vídeo de ‘Ave Fénix’, canción que abre un disco que les supuso el salto a Subterfuge. Ya con dos trabajos en castellano tras sus inicios en inglés, perciben que su público va en aumento. «En los conciertos ahora la gente canta, no mueve la boca». Militan en el ‘cholista’ «paso a paso» a base de guitarreo y melodías.