FATALISMO ENTRE EL POP Y EL COUNTRY
Los grupos de música son organismos complejos compuestos por fuerzas que empujan en varias direcciones; si ya es raro que uno sea igual a sí mismo todo el tiempo, como para que lo sean cuatro personas entre ellas. Juan Castro, voz, guitarra y compositor de Maldito Murphy, es un tipo que pone sus “demonios encima de la mesa” sin mucho filtro. Las inseguridades y el pesimismo laten detrás de todo su discurso. Para compensarlo, sus compañeros -Sebas Yepes al bajo, Román Tabarés a la guitarra y Aaron Starsailor a la batería- se encargan del positivismo y el entusiasmo. La cosa va funcionando: la banda, que factura un cuidado pop-rock de sabor americano, está inmersa en una nutrida gira por todo el Estado, con parada este fin de semana en Santiago y en Sarria.
La conversación -a la que falta el batería, al parecer el más optimista- discurre entre esas dos visiones de la botella. “Es el momento de dar prioridad a un proyecto que está despegando, no podemos quedarnos en la salida. Hay que dar el 200 por ciento”, cuenta Román al explicar que solo acepta trabajos que pueda compatibilizar con los conciertos.
Román: Mientras se pueda comer un poco…
Juan: De momento estamos comiendo pan duro.
Román: Ya llegará el momento de comer langostinos.
Juan: Sí, como en el chiste. “Mamá, mamá, ¿cuándo vamos a comer pan de hoy?”. “Mañana, hijo, mañana”.
El diablo está en los detalles: un arreglo con lap steel en lugar de con una guitarra al uso, cuerdas de bajo planas para conseguir un sonido más redondo, un lick ejecutado con la palanca de vibrato… “Pero ya está todo inventado, ya lo han hecho otros grupos antes”, sentencia el compositor, que huye de cualquier atisbo, por ínfimo que sea, de grandilocuencia. En otro momento de la entrevista había comentado con su punto de humor cáustico: “Para hacer música hay que mamarla. No me imagino a un tío haciendo una película que nunca haya visto una película”.
El suyo es un sonido de raigambre americana, con abundancia de ritmos country y algún que otro patrón de blues, aunque todo ello incrustado en estructuras de pop. Precisamente, hacia este último terreno se inclinan las cuatro nuevas canciones que sumaron a No éramos tan ciegos 2.0 (noviembre de 2018), la reedición de su primer trabajo, ya grabado con la formación actual. Pero en el futuro seguirán por la vía de la música de raíz. Juan comenta su manera de trabajar: “Los temas los escribo yo y luego cada uno aporta su parte. Los maqueto en casa, les meto un bajo malo y luego llega Sebas, hace una línea increíble y la canción ya cambia. Con la batería igual”. Los arreglos de guitarra están más repartidos entre el cantante y Román, el solista, que tiende más a los fraseos oscuros del blues. ”Aunque tengamos referencias de estilos muy dispares, congeniamos en que la música está para transmitir a una persona -quiera Dios que a muchas- algo bonito”, zanja el bajista sobre la cuestión de las influencias.
La música de Vigo, en seis preguntas
Por si a alguien le quedaban dudas, sí, el nombre del grupo viene por la famosa ley. “Si algo malo puede pasar, pasará”, es el leitmotiv que gobierna la visión del mundo del cantante de la banda. “Como siempre estoy mareando la perdiz de que todo va a salir mal, un amigo una vez me dijo: ‘¡Cállate, maldito Murphy!’. Me pareció un nombre cojonudo para un grupo. Pero tengo la duda de si al escucharlo la gente no pensará que somos un grupo de metal”. Cuando se le insiste que en ningún caso suena heavy replica: “Otra de mis inseguridades”.
El colmo de este fatalismo llegó cuando presentaban su primer disco en Vigo, en 2017. Días antes del concierto, Juan se puso a cocinar y, mientras hablaba por teléfono con Sebas, una tartera empezó a arder. “Yo, que soy muy torpe, en vez de taparla la cogí y la llevé a la bañera y el fuego se vino contra mí”. La aventura le llevó al hospital con la mano quemada y acabó con el cantante tocando la guitarra con una guante de cocina por encima de las vendas para que no se le resbalase la púa, todo en su concierto más importante hasta la fecha. “No me dolió nada durante el bolo, el escenario lo cura todo. Pero al terminar tuve un dolor que en mi vida. No volveré a cocinar nunca”. Ni siquiera cortar el embutido para esos bocatas que se hacen para ahorrar costes cuando salen de gira. “No agarro un cuchillo ni de coña. De gira no hago nada. De hecho, jugaba al padel y lo dejé al empezar estas fechas, porque fijo que me iba a lesionar”. Malditomurphysmo en estado puto.
La música de Vigo, en seis preguntas
Tu grupo/artista de Vigo favorito:
Juan: Eladio y los seres queridos y Villanueva.
Aaron: Basanta.
Román: No me quedo con uno en concreto porque hay muchos, pero si hay que elegir Eladio Santos, y en su momento Supernatural.
Sebas: A nivel musical, Basanta, y en directo, Kings of the Beach.
Un sitio para tocar en Vigo:
Juan: Si hablamos de salas, Radar o La Fabrica de Chocolate, pero sería increíble tocar en el teatro García Barbón.
Aaron: Castrelos en Verano, Teatro Afundación en invierno.
Román: Hay sitios increíbles, pero me quedo con la sala Radar y la sala Ártika.
Sebas: La Fábrica de Chocolate.
El mejor concierto de Castrelos:
Juan: Oasis.
Aaron: Arctic Monkeys.
Román: Pretenders, sin duda.
Sebas: Keane.
Un grupo/artista de Vigo al que reivindicar
Juan: Muchos, no puedo elegir uno. Sería injusto con los demás, todos estamos en la misma situación.
Aaron: Eladio Santos, creo que debería conocerlo medio planeta.
Román: Supongo que muchos, pero me quedo con Eladio. No conozco demasiado (por lástima) pero muchos que están naciendo o que llevan poco tiempo se llevan el premio.
The next big thing de la escena viguesa
Juan: No lo sé, no soy futurólogo.
Aaron: –
Román: Si te refieres a quien será el próximo pelotazo, intentaremos que sea Maldito Murphy, claro, jajaja.
Sebas: Hay que estar atentos a Nítido.
¿Qué opináis de la escena musical en Vigo?
Juan: Potente, como siempre ha sido, goza de buena salud
Román: Realmente está sufriendo mucho la gestión del ayuntamiento y las salas, hay mucho concierto desaprovechado por temas de horarios y denuncias. Pero si hablamos del ‘producto bruto’, hay mucho material que merece la pena.
Sebas: Mucha oferta, poca demanda y poca ayuda por parte del Ayuntamiento para mejorar condiciones de las salas y solucionar el tema de horarios; porque a las 22:00 la gente está cenando o saliendo de sus trabajos, no facilita a que haya un público constante.
Aaron: Pobre. Unos cuantos grupos intentando salir adelante por todos los medios no es una escena, la escena la crean los ayuntamientos, las salas, los pubs, etc. En Vigo no existe. El concello ha contratado en ocasiones a los mismos tres grupos hasta en seis eventos diferentes, Castrelos se reserva a grandes artistas derrochando dinero cuando en los últimos 10 años no hemos visto…
Aaron: …prácticamente ningún artista local allí. Los grupos emergentes no tienen espacios para darse a conocer, en las fiestas de los barrios nunca se tienen en cuenta estos grupos ni se les apoya para que monten escenarios, etc..Las salas son mercenarias del espacio, ni organizan los conciertos ni los promocionan, no hacen descuentos a las bandas locales y los horarios junto con las nuevas ordenanzas
Aaron: …han ido en detrimento de la cultura de jams y pequeños pubs, que sí apostaban por estas actuaciones.Solo hace falta ir a Bilbao o Murcia y ver a chavales tocando en escenarios en las calles. Eso crea escena, lo demás es otro negocio en el que el producto es la música, con una consecuencia: suben los grupos de versiones, suben los festis privados y baja la cultura musical autóctona y joven.